Hace dieciséis años, el
prestigioso centro de investigación en bioética, The Hastings Center, de Nueva
York, convocó a un equipo de investigadores internacionales con el objetivo de
emprender un ambicioso estudio sobre los fines de la medicina. La hipótesis de
trabajo que motivaba el encuentro era la evidencia de que el progreso de la
ciencia médica y de sus posibilidades técnicas, unido a la imparable expansión
de los sistemas de salud, podría estar provocando lo que Ivan Illich ya en 1976
llamó un efecto “contraproductivo“[1]:
la obtención de resultados paradójicos, es decir, contrarios a los objetivos
pretendidos.
La filósofa Victoria Camps
destacaba en la introducción de la traducción española del documento resultante
del proyecto, “Los fines de la medicina”[2],
que las conclusiones suponían una llamada a la modestia de la medicina
tecnologizada e intervencionista: “Los fines de la medicina, a finales del
siglo XX, deben ser algo más que la curación de la enfermedad y el alargamiento
de la vida. Han de poner un énfasis especial en aspectos como la prevención de
las enfermedades, la paliación del dolor y el sufrimiento, han de situar al
mismo nivel el curar y el cuidar, y advertir contra la tentación de prolongar
la vida indebidamente”[3].
Las nuevas metas señaladas por
los investigadores del Hastings significaban una cierta desmitificación de esa
medicina todopoderosa de finales del siglo XX, capaz de curar todas las
enfermedades, capaz incluso de vencer a la muerte. Los nuevos fines constituían
una llamada a la modestia; pero también un serio aviso a navegantes ya que la
medicina no podía desentenderse o cerrar los ojos ante los problemas políticos,
sociales y éticos que su actuación irreflexiva estaba produciendo: “una
medicina que procura ser al mismo tiempo honorable, moderada, asequible,
sostenible y equitativa debe reflexionar constantemente sobre sus fines”[4].
Los focos de tensión que exigían
esta continua reflexión eran según los investigadores del Hastings: el
desarrollo científico y tecnológico, la compensación de las tendencias
curativas, el envejecimiento de la población, el mercado y la demanda del
público, las presiones culturales, la medicalización de la vida y la mejora del
ser humano. La necesidad de cuestionar los fines reconocidos de la medicina
derivaba no solo de la evidencia de sus muchos fracasos y deficiencias sino,
sobre todo, de las consecuencias que tendría no hacerlo: la insostenibilidad
económica de los sistemas de salud, la confusión y falta de equilibrio en el
ámbito clínico, la frustración social y la falta de coherencia y sentido por la
emergencia de intereses dominados por las fuerzas del mercado.
Pues bien. Dieciséis años más
tarde, las tendencias identificadas por los investigadores del Hastings no solo
no se han modificado sino que han acabado generando la tormenta perfecta que
amenaza el Titanic que es nuestro Sistema Nacional de Salud. Una tormenta perfecta
causada por la confluencia de las altas presiones de la insuficiencia
financiera con las bajas presiones de un sistema entregado a la irracionalidad de
sus fines expresado mediante un desaforado consumo de medicamentos, tecnologías
sanitarias e intervenciones asistenciales inútiles e incluso peligrosas. Como
el famoso trasatlántico, nuestro sistema de salud carece de suficientes botes
salvavidas para evitar el desastre: falta gobernanza política (transparencia,
conocimiento y participación) y falta compromiso profesional. Como en el famoso
trasatlántico, los pasajeros, los ciudadanos, asistimos perplejos y confusos al
desastre que se avecina y esperamos todavía que alguien nos salve.
Por desgracia nadie nos va a
salvar. Los políticos y los profesionales, los mismos que han permitido que la
tormenta se formara, los mismos que en su arrogancia despreciaron los botes
salvavidas, ponen ahora a los ciudadanos a remar tras culpabilizarles de la
deriva: “Hay que (co)pagar por los pecados, ciudadanos”.
Pues basta ya. No podemos
resignarnos a ser los que (co)paguemos por los errores de políticos y
profesionales. Vamos a ser los ciudadanos quienes desde el mejor conocimiento y
desde la convicción en los principios éticos y cívicos de equidad, participación,
transparencia e independencia, salvaremos al Titanic exigiendo a sus oficiales
que cumplan con sus responsabilidades y que no huyan como el capitán del Costa
Concordia. Para eso tendremos que aprender nociones de navegación pero lo
conseguiremos con la colaboración de muchos tripulantes que tampoco están de
acuerdo con cómo se está pilotando el barco.
La Red Ciudadana Por la Salud (ReCIPS)
no es más ni menos que una alianza de ciudadanos, independiente de partidos
políticos y sindicatos, que pretende tomar la iniciativa desde el conocimiento
y la responsabilidad para evitar que la salud siga siendo una bonita palabra
detrás de la cual se ocultan intereses políticos, sindicales, profesionales,
comerciales o meramente económicos y en los que los intereses de los ciudadanos
no son sino una mera excusa.
Están invitados a formar parte de
la ReCIPS todos aquellos ciudadanos y organizaciones ciudadanas o profesionales
que compartan nuestros valores: defensa de una sanidad pública equitativa,
basada en el mejor conocimiento, transparente y participativa en la que el
ciudadano sea real y efectivamente el centro del sistema.
Han sido fundadoras de la ReCIPS las siguientes
organizaciones: Plataforma NoGracias, Farmacriticxs, Asociación para la Defensa
de la Sanidad Pública de la Región de Murcia (ADSP), ATTAC, Foro Ciudadano,
Amnistía Internacional, Sociedad Murciana de Medicina de
Familia (SMUMFyC), Sociedad de Enfermería de Atención Primaria de la Región de
Murcia (SEAPREMUR), Lactando, Asociación de
Consumidores de la Región de Murcia (CONSUMUR) y la Asociación de Estudiantes
de Medicina de la Universidad de Murcia (AIEMUM).
[1] Passos Nogueira R “La salud que hace mal: un estudio
alrededor del pensamiento de Ivan Illich” Buenos Aires: Lugar Editorial, 2008,
pag. 42
[2] “The goals of medicine: setting new priorities” Hastings Center Report Volume 26, Issue 6, pages S1–S27, November-December 1996 del Hastings
[3] Camps V Presentación en “Los fines de la medicina: el
establecimiento de unas nuevas prioridades”. Cuadernos de la Fundació Víctor
Grífols i Lucas. Accesible en http://www.bioeticanet.info/relacion/FinMedic.pdf
[4] “Los fines de la medicina: el establecimiento de unas
nuevas prioridades”. Cuadernos de la Fundació Víctor Grífols i Lucas. Accesible
en http://www.bioeticanet.info/relacion/FinMedic.pdf
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